Todo comenzó por medio de una app de citas, hicimos un par de videollamadas para romper el hielo y en una semana quedamos en vernos personalmente, el plan era charlar y luego dirigirnos a un motel.
Llegó el día, nos encontramos en la plaza. Al verlo acercarse a mí, lo reconocí inmediatamente, sentí correr electricidad por mi cuerpo, y un cosquilleo en mi entrepierna, carajos! Es muy sexy, me dije mientras trataba de disimular con una sonrisa un tanto inocente. Conversamos de todo un poco y nos decidimos después de un par de horas a dar el siguiente paso. Al tomar un taxi e indicarle al chófer a dónde iríamos, él optó por empezar el juego, posó su mano en uno de mis muslos deslizandose poco a poco hasta acariciar mi vulva por debajo de mi falda, solo mi fina tanguita separaba sus calientes manos de mi capullo. Al llegar al motel ya me encontraba muy húmeda, sin pensarlo dos veces, me aventó hacia la cama mientras se trepaba sobre mí, nuestros labios se fundieron en beso apasionado, y en un instante nos encontrábamos desnudos, deseosos de placer. Lo tomé del cabello mientras cambiabamos los roles, ¡Ahora estás bajo mi poder!, le susurraba mientras lamía su cuello y le daba pequeños mordiscos a su oreja, pero no aguantamos más, tomé su miembro con rapidez y lo clavé en mí, deslizandose de una manera deliciosa. Empiezo a moverme sobre él, en un vaivén de caderas, los gemidos y jadeos se volvieron más intensos, pero no quería correrme aún, así que me quedé estática, y solo miraba su cara de desesperación, invitandome a volver al juego. Mordía su cuello y respiraba en su oído, sentía su corazón agitarse de nuevo mientras me pedía que siguiera, yo solo me divertía, pero ¡a seguir!, di la vuelta quedándome de espaldas sentada sobre él para que me coma mientras observa mi gran culo rebotar. Me dió tan duro que mis gritos podían escucharse por todo el lugar, mientras él gozaba halandome del cabello, y como recompensa, abrí mi culo para mostrarle el año, como invitándolos a entrar, él de inmediato me levantó poniendo mi ano en la punta de su pene erecto y enorme. Gritó de placer mientras entraba toda su verga en mi culito, y en un par de minutos después de un aviso de que estaba a punto de correrse le pedí que dejara que mi culo se llene de su leche, y accedió encantado.
Desde entonces siempre que tenemos sexo, me pide mi ano y yo bien cachonda le respondo ¡Por ahí sí!